La enfermedad de Parkinson (EP) es una enfermedad cerebral degenerativa que se manifiesta fundamentalmente por síntomas motores, como son el temblor, la rigidez muscular y la lentitud de movimientos. Sin embargo, a lo largo del curso de la EP aparecen otros muchos síntomas, tanto motores, como no motores. Entre estos últimos se encuentran las alteraciones del sueño y del estado de alerta, recientemente revisadas. (1)
La causa de estas alteraciones no se conoce bien, aunque se piensa que intervienen varios factores, como las dificultades motoras (por ejemplo, no poder girar bien en la cama), la medicación utilizada para tratar la enfermedad y la degeneración de la estructuras nerviosas que regulan el sueño.
El tipo de alteración varía mucho de enfermo a enfermo y en ocasiones se combinan varias en un mismo paciente. Las más comunes son: el insomnio, los trastornos del comportamiento durante el sueño REM (una fase del sueño), la somnolencia diurna, las alteraciones de la respiración durante el sueño , el síndrome de las piernas inquietas y la alteración de los ritmos circadianos.
El insomnio es frecuente y aunque los enfermos no suelen tener dificultad para dormirse, les cuesta mantener sueño porque se despiertan varias veces en la noche o lo hacen temprano, ya de mañana. Para corregirlo es necesario investigar su causa, puesto que se puede deber a los medicamentos, a procesos psiquiátricos, como una depresión, o a otros motivos.
Otra alteración frecuente es un trastorno del sueño REM. Frecuentemente precede al desarrollo de los síntomas motores característicos de la EP. Su diagnóstico se basa en la aparición de emisiones vocales o alteraciones de la conducta durante el sueño, hasta el punto de que, incluso, pueden herir a su pareja.
El síndrome de las piernas inquietas causa molestias en las piernas junto a una intensa necesidad de moverlas, lo que suele mejorar cuando el enfermo se pone en pie y da unos pasos. Su tratamiento suele consistir en agonistas dopaminérgicos, pregabalina, posiblemente clonazepam y en su caso analgésicos.
Los trastornos respiratorios, como la apnea del sueño, sea de origen central, obstructiva o mixta, es algo más frecuente en los pacientes con EP que en la población sin esta enfermedad. La obesidad es un factor provocador a tener muy en cuenta. Para decidir el tratamiento es preciso diagnosticarla con precisión, para lo que se debe realizar una polisomnografía. El tratamiento depende del tipo de apnea.
La alteración del ritmo circadiano, fundamental para mantener el ritmo vigilia-sueño, parece influir notablemente en las alteraciones del sueño producidas por esta enfermedad. Su tratamiento es complejo y se debe individualizar.
Finalmente, la somnolencia diurna se debe a factores múltiples. Es importante que los familiares refieran al médico esta somnolencia, porque el propio enfermo no suele ser consciente de ella. Entre los factores predisponentes están ser varón, la severidad de la EP, y el aumento progresivo de la medicación dopaminérgica. El tratamiento varía según la causa. Un ajuste del tratamiento dopaminérgico es el primer paso. Es posible que el café pueda suministrar alivio. En otro caso es posible utilizar el modafinilo u otros medicamentos específicos para este fin.
(1) Videnovic A. Management of Sleep Disorders in Parkinson´s disease and Mutiple System Atrophy. Mov Didorder 2017;30: 1-10