La enfermedad de Parkinson (EP) es un proceso degenerativo cerebral de causa desconocida, que lesiona el sistema dopaminérgico nigroestriado. Este sistema utiliza la dopamina como neurotransmisor e interviene de forma decisiva en el control del movimiento. No es de extrañar que las manifestaciones clínicas fundamentales de la EP sean motoras y que el paciente aqueje alguno/s de estos síntomas: temblor, rigidez, lentitud del movimiento y dificultades posturales.
Todavía no disponemos de un tratamiento curativo, pero existen diversos tratamientos, como la levodopa (precursor de la dopamina), que mejoran notablemente los síntomas de la enfermedad y a veces los hacen desaparecer durante largos periodos de tiempo. Ante la eficacia de este tratamiento sintomático, médicos y enfermos tienden a pensar que el tratamiento farmacológico es lo único que merece la pena hacer para tratar la EP. Sin embargo, esta idea es equivocada y hay otras medidas eficaces.
En un reciente número de la publicación “Frontiers in Neurology”,(1) se recuerda que numerosos estudios apoyan la idea de que la actividad y un ejercicio físico vigoroso son importantes para mejorar las manifestaciones de la enfermedad y prevenir los problemas generales de la salud. También recuerda la importancia de insistir en estos aspectos, porque a los enfermos con EP ya avanzada cada movimiento les supone un notable esfuerzo y les causa fácilmente cansancio, de forma que abandonan estas actividades con facilidad.
Sin embargo, los pacientes conservan intacta la capacidad para utilizar información sensorial externa, que les puede servir para guiar y regular el movimiento. Este hecho puede servir para adecuar un programa de rehabilitación a cada paciente.
Por ejemplo, la marcha se puede facilitar, entre otras técnicas, con la estimulación auditiva rítmica. La terapia musical no solo es útil desde el punto de vista de la movilidad motora, sino también desde el punto de vista psicológico, de la esfera socio-afectiva y del bienestar.
El tratamiento mediante el baile consigue aumentar la movilidad, mejora el equilibrio y aporta bienestar. Probablemente, cada tipo de baile tiene sus ventajas. Bailar sevillanas es especialmente útil, no solo por el placer que causa bailarlas, sino también porque en este baile se utilizan cada uno de los músculos del cuerpo. Por otra parte, bailar en pareja añade al ejercicio las claves sensoriales para el movimiento proporcionadas por el contacto con el cuerpo de otra persona.
El resumen es que el tratamiento farmacológico es hoy, sin duda, fundamental para el tratamiento de esta enfermedad. Pero el ejercicio físico es igualmente importante, sea un ejercicio clásico con las tablas adecuadas o se haga siguiendo también las pautas que se abordan en este trabajo.
(1). Bieńkiewicz MM, Craig C. Editorial: Sound, Music, and Movement in Parkinson's Disease. Front Neurol. 2016;7:216.