El responsable de la enfermedad de Alzheimer no se debe buscar en el hipocampo, la estructura del sistema nervioso implicada en funciones de la memoria. El origen de la enfermedad sería más bien la muerte de una parte del cerebro que produce dopamina, un neurotramettitore clave para algunos mecanismos de comunicación entre las neuronas. Sin la dopamina, en definitiva, las neuronas no funcionan. El descubrimiento, publicado esta mañana en Nature Communications, es de un grupo italiano de la Fundación Santa Lucía IRCCS, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Roma y la Universidad Campus Bio-Medico, y añade un elemento importante en la comprensión de los mecanismos de iniciación de la enfermedad.
Los investigadores fueron capaces de aclarar cuáles son los detalles moleculares de la falta de comunicación entre las células nerviosas que, con el tiempo, causa la pérdida de la memoria. Y se dieron cuenta de que la muerte de las células cerebrales que producen dopamina provoca la no llegada de esta sustancia en el hipocampo, lo que genera una especie de corto circuito que causa la pérdida de memoria. Como un efecto dominó. Ya en las primeras etapas de la enfermedad el estudio puso de relieve la muerte progresiva de las neuronas en el área tegmental ventral solo, y no el hipocampo. Resultado acorde con la descripción clínica de la enfermedad realizado por neurólogos.
Otra confirmación se obtuvo mediante la administración en el laboratorio, en modelos animales, de dos terapias: uno con L-DOPA, un aminoácido precursor de la dopamina; el otro se basa en un medicamento que ayuda a la degradación. En ambos casos, hubo una recuperación completa de la memoria, de forma relativamente rápida. Así como una restauración llena de vitalidad y de motivación. "Hemos encontrado que el área tegmental ventral también libera dopamina en el núcleo accumbens - continuó D'Amelio - que es el área que controla los trastornos del estado de ánimo y de recompensa, asegurando su correcto funcionamiento."
De acuerdo con los autores, los cambios en el humor no serían - como se pensaba anteriormente - una consecuencia de la aparición de la enfermedad de Alzheimer, sino que, por el contrario, debe ser considerada como una especie de alarma del comienzo de la enfermedad. Por lo tanto la pérdida del estado de ánimo y la depresión son dos caras de la misma moneda.